Las Raspberrys son dispositivos modestos en cuanto a prestaciones, pero son muy versátiles, ya que se les puede dar muchísimos usos diferentes. Por ejemplo, la web desde la que estás leyendo este artículo está alojada en una raspberry (tu ordenador se ha puesto en contacto con mi raspberry y ésta te ha enviado la información para que puedas leer este artículo).

Sí, sí... mucha Raspberry y mucho "internet de las cosas", pero la mía ya se fusiló dos tarjetas de memoria. Acabó destrozándolas y dando problemas. 

Tienes razón, usuario Anónimo. Una Raspberry es como un ordenador completo en miniatura y el equivalente en una Raspberry al disco duro que tienen nuestros ordenadores es una simple tarjeta de memoria microSD. Esto puede suponer ventajas e inconvenientes. Por un lado usar una tarjeta SD le permite tener a la raspberry un tamaño mínimo para poder funcionar con normalidad, y además el precio de una de estas tarjetas suele ser muy bajo y por tanto asequible.

Sin embargo con tarjetas MicroSD no podemos alcanzar los tamaños de almacenamiento que tenemos en un disco duro normal ni las velocidades que podemos alcanzar con un disco duro SSD. Además la experiencia me ha demostrado que si a una tarjeta SD le metes mucha caña (le pides a tu dispositivo que le haga muchas lecturas y escrituras) al final acaban fallando de alguna forma (o bien dando errores o directamente dejando de funcionar). Es factible que si usas una Raspberry en esas circunstancias (haciendo muchas lecturas y escrituras) en cualquier momento la tarjeta te deje tirado, ya que las Micro SD no están en absoluto preparadas para una carga de trabajo intensa, sobre todo las de bajo precio. Seguramente eso es lo que te ha pasado a ti.

Pero dependiendo del uso que le demos a la Raspberry todos estos problemas pueden tener una solución sencilla, que no es otra que hacer que la Raspberry pueda arrancar desde un disco duro normal y corriente conectado a uno de sus puertos USB, y en este artículo vamos a explicar cómo conseguirlo.

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